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Postnatal paritario de 12 meses: un año para criar mejores personas

“Es fundamental que reconozcamos la importancia que tiene para la humanidad entera que las madres recibamos el apoyo suficiente para permanecer en fusión emocional con nuestros hijos pequeños.


Laura Gutman



Por Paula Martinez Chaigneau.


¿Por qué es tan importante un permiso parental de 12 meses? El cachorro humano nace más inmaduro que la mayoría de las demás especies mamíferas; es decir, un recién nacido de nuestra especie necesitará ser asistido para sobrevivir y desarrollarse sanamente al menos por unos 3 años más después de su nacimiento (estos son los famosos mil días aproximadamente), ya que no puede procurarse alimento, abrigo y protección por sí mismo, como tampoco puede autorregular sus emociones básicas.


El nacimiento humano es prematuro debido al enorme tamaño del cerebro y a la marcha bípeda, ambas preciadas adquisiciones de nuestra evolución como especie. La teoría de la selección natural en este caso nos dice que sobreviven aquellos individuos que nacen tempranamente y pueden atravesar el canal de parto, por una pelvis estrecha debido a la marcha bípeda, cuando aún su cabeza no ha crecido tanto como para impedirlo.



Debido a esto, la cría humana necesita un periodo llamado extero-gestación, durante el cual es porteado en brazos, rebozo o fular, al pecho, la cadera o la espalda, durante al menos un año, lo cual es congruente también con la lactancia materna a libre demanda. Parece todo muy lógico desde el punto de vista natural; sin embargo, la civilización a veces va contra lo natural, es decir, no respeta los ciclos naturales e impone imperativos de otro orden a nuestras prácticas. En el caso que nos ocupa, el orden patriarcal ha dicho que la madre debe asumir sola esta tarea, en forma gratuita y agradecida, sintiéndose realizada y feliz por hacerlo, mientras que el padre (cuando está presente) provee el sustento, de esta manera se preserva tanto el orden natural como el social.



Veamos ahora por qué debe ser paritario. El orden recién descrito se basa en la división sexual del trabajo y esto ha generado un desequilibrio abismal al interior de la pareja y la familia, ya que la tarea de criar no es ni tan ligera ni tan feliz y que además no es evidente que en el siglo XXI las mujeres jóvenes quieran clausurar o poner en pausa su vida profesional por el hecho de ser madres. Además, si la mujer estaba estudiando o no estaba trabajando al embarazarse, no percibe ningún tipo de ingreso al asumir el cuidado de sus hijos, quedando “a cargo” de la pareja o de su familia, en una posición naturalizada infantil de dependencia. Para nadie es un misterio, especialmente después de los largos confinamientos del año 2020 con motivo de la pandemia Covid19, que el puerperio y los primeros meses de vida de un bebé suponen todo menos un descanso para quien se hace cargo de su cuidado. Muchos hombres lo han constatado con asombro y se han hecho cargo de su paternidad -un regalo de parte de Covid19-. Por otra parte, muchas madres han gozado de la extensión de su permiso postnatal por emergencia sanitaria, llegando a poder estar con sus bebés muchos más meses que lo indicado por la ley actual. Pero... ¡oh sorpresa! No todas están tan felices, muchas de ellas son profesionales con una carrera en desarrollo y quieren volver a ocupar sus puestos de trabajo ya que una larga ausencia puede dejarlas fuera de la jugada laboral; otras han debido postergar estudios en curso o proyectos académicos. Al parecer, lo que frena a los hombres (desmedro en lo laboral) para tomar las semanas de permiso parental que les ofrece la ley , también se podría aplicar en el caso de muchas mujeres.


Lo bueno de todo esto es que, como en muchos otros ámbitos, la pandemia y el confinamiento han servido como experimento social natural y nos damos cuenta de que: 1.- Los bebés no han debido ir a guardería a los 5 o 6 meses, y así han recibido los beneficios derivados del porteo, la lactancia materna y el cuidado en casa con su grupo primario de apego; 2.- Los padres que hacen teletrabajo se han podido involucrar más en la crianza (no todo es teta), se sienten más felices al hacerlo y sus bebés también; 3.- Muchas madres, aún adorando a su cachorro/a, quieren volver a su trabajo antes del año postparto.



Pocos padres son conscientes de la importancia de su participación en los cuidados de los primeros años. No sólo es fundamental para aliviar a la madre la carga doméstica o la operativa de cambiar pañales, alimentar, hacer dormir, entretener o cuidar al bebé, sino que aporta un factor protector para el estado emocional de la madre, previniendo la depresión postparto y otros trastornos puerperales. Su función en la salud mental perinatal ha sido denominada “la segunda capa de protección al bebé”, ya que para que la madre pueda ser el entorno seguro que el bebé necesita, ella debe sentirse segura, apoyada y protegida.

A estas alturas del siglo XXI, estamos viendo cambios culturales profundos en cuanto al rol que nos toca jugar a hombres y mujeres en la sociedad: las mujeres hemos dicho que no sólo somos madres, desde luego no somos objetos reproductores y mucho menos esclavas de la reproducción de la especie, encadenadas al rol materno y/o doméstico. No, somos un gran aporte en el mundo más allá de la maternidad, somos brillantes, creativas y muy trabajadoras.


Hemos aprendido que los padres también son importantes en la casa (ver el artículo “Papá importa” en este blog) y los hombres comienzan a reclamar su derecho a vivir también en la calidez de la esfera afectiva de la familia, dejar de ser un mero proveedor de espermatozoides.

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